Al parecer, lo nuestro funcionaría porque la unión de nuestras familias sería la mejor decisión que podíamos tomarLamentablemente, días después de haber aceptado, miré a mi alrededor y me percaté que no había sido así.A cada segundo recordaba cómo había cambiado mi vida en los últimos años. Desgraciadamente para peor. Con cada minuto que pasaba, sentía que seguía cayendo más y más al foso de la depresión.Ciertamente, estuvimos mal desde el principio, pues Alfonso y yo nos habíamos casado por un arreglo de nuestros padres, quienes se conocían hacía años, y porque él y yo estudiamos juntos en la escuela.Apenas habíamos disfrutado nuestra relación o compartido alguna cena agradable en nuestra cocina. Ese espacio lucía desolado y triste, como nuestro matrimonio. Aunque me había casado hacía apenas un año y unos meses, ya quería escapar de casa.Mi marido, Alfonso, forma parte de una respetada oficina legal de la ciudad. Había tenido a su cargo juicios civiles, incluidos famosos y ...