Saramago nos pinta una especie de distopía donde un centro comercial parece devorarlo todo, no hay forma de escapar y no ser parte de su maquinaria económica. El protagonista es un viejo alfarero, su hija y su yerno. Ah y el perro que también tiene voz.
Una tremenda reflexión de hacia dónde vamos con nuestra tecnología, nos libera o nos esclavisa, nos adaptamos o nos resistimos. Esta obra está impregnada de nostalgia de lo que ya pasó, e incertidumbre por lo que viene.