Aprendí por mi cuenta que el amor no conoce barreras, que no entiende de frascos y que no siempre habita entre un hombre y una mujer. Averigüé que hay tantas clases de amor como personas habitamos en la Tierra y, por mucho que lo rehúyas o lo busques, aparece cuándo y dónde menos te lo esperas. A veces es el culpable de que a una mujer le dé un infarto por enterarse de que su hijo se ha casado con ese al que ella llamaba error. A veces está entre una chica, como yo, y un chico como Héctor y otro como Eliot. Sí. A veces tampoco es cosa de dos. En ocasiones los sentimientos son tan traviesos que son capaces de unir a tres personas en el mismo espacio-tiempo. Me llamo Nicole; esta es mi historia y la de ellos. Advertencia: Esto no es un cuento de hadas. Es una historia de personas libres.