Como si fueran figuras de ajedrez, la familia Romanov se prepara en silencio para un nuevo traslado. Alejandra, la zarina, sueña con ver a sus cuatro hijas casadas. Tras la abdicación del zar, ya no tiene grandes pretensiones para su pequeño Alexis, más allá de una vida tranquila y alejada del mundo. Echa de menos a su amigo Rasputin, el hombre que más la comprendió después de su amado Nikki.