América vive un piso compartido y sin ascensor del barrio de Malasaña. Tiene un trabajo que, ¿cómo decirlo?, no le encanta. Vamos, que lo odia. Antes tenía otro que estaba un poco mejor, pero lo dejó por culpa de un «surfero en tierra firme» llamado Javi. Y luego están sus amigos del alma, que se encargan de hundirla cuando la situación lo requiere o de arrancarle una sonrisa siempre que pueden.