A Sara le ofrecen comprar la casa perfecta: espaciosa, muy luminosa y extremadamente barata. Tan solo tiene un pequeño inconveniente: Lola, la octogenaria dueña actual, vivirá en ella hasta que muera. Aun así, Sara cree que es un buen negocio y decide comprar y esperar.
Ay, me gustó un montón! Es una historia preciosa con un mensaje que no se nos debería olvidar jamás, salí con ese propósito del cine. Juana y Kiti están soberbias.