La tienda de Ceaser en Harlem, donde trabajan otros afrodescendientes como él, es una meca para los amantes de los tatuajes y, a veces, un refugio para sus empleados.
Tras sumar una tienda en Atlanta, Ceaser equilibra su responsabilidad laboral, los deberes de ser padre y la soltería mientras el equipo enfrenta sus propios desafíos.