Cuando el padre y el hijo de un matrimonio son testigos de un asesinato perpetrado por el hijo de una peligrosa familia de narcotraficantes, la familia debe acogerse a un plan de protección de testigos para preservar la seguridad de toda la familia. Los problemas comienza cuando el juicio se celebra y una vez que el acusado es declarado culpable, el sistema de protección de testigos pasa al segundo estado. Ante esta situación, el padre de la familia se da cuenta de que su familia corre peligro de muerte porque la mafia les persigue y ya no puede confiar en la policía, por eso traza un plan a partir de este momento que sólo él conoce: conservar el puesto de trabajo que le ha buscado la policía en una inmobiliaria como tapadera y volver a cometer delitos menores para conseguir dinero con el que financiar la huida de todos a un lugar seguro.