Bastante nostálgico, lleno de emociones, y con un mensaje esperanzador, dos jóvenes enamorados con cáncer que luchan por experimentar al máximo sus últimos días
Qué hago yo, Richard Casey, ingresado en el hospital? Todo es culpa del síndrome AAATO (Alguien Allá Arriba Te Odia). Pero espera: ¡aún no estoy muerto! O sea, mi deber consiste en darle vidilla a todo esto. Así que dedico mi tiempo a asustar a los visitantes del pabellón.