Ahora lo puedo admitir abiertamente. Toda mi vida he sido un poco ingenuo. Desde que tengo memoria, me han engañado con facilidad los sermones de todo tipo de vendedores, recaudadores de fondos, representantes de empresas y similares. Estos individuos (por ejemplo, los representantes de sociedades benéficas) solían tener l as mejores intenciones, sin duda. Con una frecuencia inquietante, siempre me he encontrado en posesión de alguna suscripción a revistas no deseadas o con entradas para fiestas de los trabajadores de mantenimiento. Probablemente, mi tradicional condición de bobalicón es la responsable de mi interés en la persuasión: ¿cuáles son los factores que llevan a una persona a decirle que sí a otra? ¿Cuáles son las técnicas que estos factores usan de manera más efectiva para conseguir nuestra aceptación? Me he preguntado por qué una petición formulada de una manera particular puede ser rechazada, mientras que otra con la que se pide el mismo favor pero de manera liger...