Hay un espacio temporal donde todas las personas que viven en un mismo lugar se cruzan momentáneamente, pero hay otro suceso, aún más remoto, en el que la vida de una persona impacta de lleno en la vida de otra.Quizás éste último sea mi caso.Quizás por algún vaivén del destino, porque el viento esa noche sopló más o menos fuerte o hasta por el simple aleteo de una mariposa al otro lado del mundo, Iván y yo nos conocimos.Diluviaba y, sin darme cuenta, ese chico alto, rubio y con los ojos más verdes que yo hubiese visto jamás me salvó de todas las maneras en las que podía salvarse a una persona.Antes de que nuestros caminos se separasen, escribí mi número de teléfono en un trozo de papel húmedo y se lo metí en el bolsillo de la chaqueta.Ese día comenzó nuestra amistad.La más larga, bonita e inquebrantable que había experimentado jamás.