Russell Hatch, un agente de la Interpol, asume el papel de figura paterna para Jayden, el hijo de un informante asesinado durante una redada de rutina que salió mal. Mientras lidia con su nueva responsabilidad, Hatch se enfrenta a los peligros y desafíos de su trabajo, buscando justicia para la familia del informante.
Los primeros 30 minutos son de lo más aburrido que te puedas imaginar. Tiene un ícono del cine y, sin embargo, es un asco de película. Muy decepcionante.