La estudiante de filosofía Kathleen Conklin (Lily Taylor) es mordida por una mujer vampiro (Annabella Sciorra), lo que provoca cambios decisivos en su persona, convirtiéndose en una yonkie ávida de sangre para calmar la insaciable sed que la atenaza. Incapaz de rebelarse ante su nueva condición vital que la domina por completo, la desconcertada joven buscará comprender el auténtico alcance del fenómeno, al mismo tiempo que intervendrá en brutales masacres vampíricas de inadvertidos amigos y conocidos.
La sangre es la vida. Es una metáfora de la sociedad presentada en una atmósfera perturbante y sostenida en un desahógate y tenso formato blanco y negro.
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