Podía dar la espalda a todo lo que me estaba pasando? No. ¿Podía decir que lo tenía todo bajo control? No. ¿Podía asegurar que mi vida y la de la gente que quería no empezaba a estar en peligro? No. No podía. Más allá de la Élite, después de la Misión, se asomaba la Tumba; una inmensa lápida sin nom