«El Universo tiene una manera muy peculiar de comunicarse con nosotros, y sólo algunos recuerdan su idioma. Algo que pocos saben es que para recibir su mensaje no hace falta aprender ninguna lengua extraña. Basta con escuchar. Hubo un tiempo en el que él y yo mantuvimos una conversación fluida. Pero el evento que cambió las reglas del juego para siempre, me había llevado a silenciarlo e ignorar las señales que me enviaba. Renuncié a mi camino por miedo a lo desconocido. Sólo había un pequeño inconveniente en todo esto: uno no puede huir del propósito de su alma». Esta novela es una puerta que abrirán aquellos que tengan la llave. Algunos la traerán colgada al cuello, otros la encontrarán entre las páginas de este libro. Pero lo que es seguro es que, tras esa puerta, se esconde tu llama.