En 1937 un niño tibetano es elegido por un grupo de monjes para representar a su pueblo y convertirse en el decimocuarto Dalai Lama, la más alta figura del budismo en el Tibet. El sistema es expeditivo: el niño, de dos años, es arrebatado a su familia y llevado al palacio de Potala para ser educado y preparado para asumir el liderazgo político y espiritual.
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